Estimado Sr. Ministro:
En días recientes la prensa ha informado que Ud. firmó la
resolución del Ministerio a su cargo, que da inicio a la construcción del nuevo
aeródromo de Peldehue, y al acuerdo con el Ejército, que aportará los terrenos
requeridos. La información agrega que el
nuevo aeródromo tendrá una pista de 1.150 m de longitud (ampliable a 1.500 m),
y que permitirá albergar las operaciones que antes se efectuaban en Los
Cerrillos y un 30% de las actuales operaciones de Tobalaba.
Es preciso recordar que el cierre de Los Cerrillos fue
decidido por el gobierno del Presidente Lagos, en 2004. El Colegio de Ingenieros de Chile, la Cámara
Chilena de la Construcción, la Federación Aérea de Chile y diversos expertos
señalaron que el cierre era un error; de igual forma opinaron el Senado y la
Cámara de Diputados, pero lamentablemente no fueron escuchados por las
autoridades de la época.
Es más, en los últimos años hemos sido testigos de la frecuente
y creciente congestión que afecta al aeropuerto Arturo Merino Benítez -que en
la práctica es el único aeropuerto comercial con que cuenta Santiago-, que se
traduce en altos costos para los usuarios, mala calidad de servicio y
entorpecimiento de las actividades exportadoras del país. ¡Los porfiados hechos están dando la razón a
quienes no fueron escuchados!
También es necesario recordar que los terrenos que ocupa Los
Cerrillos fueron comprados en la década de 1920 y donados al país por el filántropo
Daniel Guggenheim (empresario norteamericano de la minería del cobre), con el
objeto de contribuir al desarrollo de la aviación.
Sobre la base de lo todo anterior, la Federación Aérea de
Chile inició en 2004 una ardua, prolongada y solitaria batalla judicial, que
finalmente ganó, cuando la Corte Suprema, mediante sentencia del 2 de enero de
2013, dispuso que el Estado debía reinvertir fondos equivalentes al valor de
los terrenos adquiridos originalmente, en los mismos fines designados por el
benefactor Daniel Guggenheim.
Entiendo que la construcción del nuevo aeródromo de Peldehue
es una parte de las compensaciones que debería entregar el Estado en favor de
la aviación civil y deportiva del país, como consecuencia del cierre de Los
Cerrillos.
Como ciudadano pienso que es una buena decisión construir un
nuevo aeródromo, como el de Peldehue, de modo de disminuir algunas operaciones
en Tobalaba y reducir la posibilidad de que ocurran accidentes en su entorno,
pero también pienso que el Estado, junto con impulsar la construcción de ese
nuevo aeródromo, debería considerar la posibilidad de reabrir Los Cerrillos.
Me atrevería a asegurar que el daño económico que sufrirá el
país, por cerrar Los Cerrillos de manera definitiva, es una cifra notablemente
superior al valor de los terrenos en juego.
En efecto, los Cerrillos no sólo tiene una ubicación
privilegiada, porque está muy cerca del centro de Santiago, sino que en breve
plazo contará con servicio de Metro, y además está libre de cerros que
representen un peligro para la navegación aérea, como pocas zonas cercanas a
Santiago lo están. Los Cerrillos, por lo
tanto, podría destinarse al tráfico nacional (doméstico), y al tráfico
internacional hacia y desde ciudades como Mendoza o Buenos Aires, donde resulta
eficiente el uso de aviones de tamaño intermedio, como el Boeing 737 o el
Airbus 320.
Más aún, la construcción de un aeropuerto distinto de Los
Cerrillos -pensado como alternativo o complemento a Merino Benítez, para
descongestionar este último-, no sólo costaría una fortuna, sino que aumentaría
el costo de acceso para los pasajeros, dos ventajas (entre muchas) en las que
Los Cerrillos resulta imbatible.
También hay que tomar en cuenta que el nuevo aeródromo de
Peldehue sólo ha sido concebido para aeronaves menores, de modo que no será un
complemento o alternativa a Merino Benítez; en consecuencia, las operaciones
que antes se efectuaban en Los Cerrillos, y que ahora se podrán trasladar a Peldehue,
sólo corresponden a las de aeronaves menores.
Es más, entiendo que el aeródromo de Peldehue -a diferencia de Los
Cerrillos- no será apropiado para vuelos por instrumentos, que suelen ser
esenciales en aviación.
Y hay una consideración adicional, aún más importante que
las anteriores: Chile es un país cíclicamente afectado por terremotos, y si uno
de ellos ocurriere en Santiago, el aeropuerto Merino Benítez -tal como sucedió
en 2010-, no dará abasto. Los Cerrillos,
en cambio, junto con ayudar a establecer puentes aéreos con el resto de Chile,
y del mundo, permitiría instalar hospitales de campaña próximos la población
eventualmente afectada.
La sentencia de la Corte Suprema obligará al Estado a
reinvertir fondos equivalentes al valor de los terrenos adquiridos
originalmente por Daniel Guggenheim. Sin
embargo, me temo que esa cifra -que hoy debe bordear los USD 300 millones- está
muy lejos de reflejar lo que realmente vale Los Cerrillos, porque su principal valor económico no está en el terreno, ni en la pista (que se perderá) ni en las
construcciones existentes, sino que en las limitaciones o restricciones -que en la
práctica corresponden a servidumbres de paso- que Los Cerrillos ha impuesto
legal e históricamente sobre algunos terrenos cercanos, para acotar la altura
de las edificaciones permitidas en ellos, por razones de seguridad aérea. El valor económico de esas servidumbres no
sólo no ha sido considerado, sino que el Estado renunciará gratuitamente a
ellas, para exclusivo beneficio de los especuladores que han adquirido terrenos
cercanos, que subirán de precio cuando esa renuncia se materialice.
Y hay un problema más de fondo aún, que es la hipertrofia de
la ciudad de Santiago, que ya resulta intolerable. La ciudad no debe seguir creciendo -ni en Los Cerrillos, ni en la periferia-, sino que el país debe impulsar, de una
vez por todas, una efectiva descentralización.
Pero este es tema para una discusión posterior; por el momento lo
apremiante es revisar la decisión de cierre de Los Cerrillos, antes de que sea
demasiado tarde.
La prensa también ha informado que las autoridades comunales
de Colina están muy contentas con la construcción del nuevo aeródromo, y tienen
razón, ya que esa decisión podría aumentar la actividad económica y la
importancia de la comuna.
Lo anterior me lleva a pensar que las autoridades de la
comuna de Los Cerrillos también deberían impulsar la reapertura del aeropuerto,
ya que si éste se reabre, no sólo se beneficiará el país sino que en esta
comuna se desarrollaría un poderoso centro de actividad económica, en torno a
lo que podría llegar a ser un aeropuerto tan importante como Merino Benítez.
Efectivamente, la decisión de reabrir Los Cerrillos y el
consecuente descongestionamiento de Merino Benítez, no sólo beneficiaría a los
habitantes de Santiago, sino que a todo el país.
Finalmente quisiera comentar un sueño: algún día, de acá a
unos 40 ó 50 años, es probable que la tecnología aeronáutica dé un gran salto y
permita el despegue vertical de las aeronaves, mediante el uso de nuevas
generaciones de dirigibles, o mediante el control de la gravedad. Cuando ello ocurra tal vez Santiago ya no
necesite dos aeropuertos comerciales, y creo que en tal caso sería preferible
mantener el de Los Cerrillos.
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